15 o tal vez 39 (o 45)

La bruja fue el grito de lo femenino y a la bruja se la quemó.
Con la brujería resurgió lo que el infierno binario ocultó sobre la farsa del cielo que esconde: la asimetría de los fantasmas fue silenciada por sobre todo desde una falsa oposición (“un” 2).
La seducción del limbo (numero decimal) como tercer elemento se empecinó en sostener la sucesión con el candado en el que Dios no sólo es hombre sino a la vez “todopoderoso”.
“Que intervenga la bruja” fue el grito ante la inesperada visión de los demonios.
Poner un Dios en el cielo es seguir en el infierno.
Los del puente no están engañados. El Diablo engaña.

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